Beneficios

  1. Eficiencia: Permite pagos instantáneos y más baratos, especialmente en transacciones transfronterizas, reduciendo costos tanto para consumidores como para empresas.
  1. Seguridad: Al estar respaldado directamente por el BCE, ofrece mayor protección contra fraudes y quiebras bancarias en comparación con el dinero en cuentas bancarias privadas.
  1. Soberanía monetaria: Refuerza la independencia de la zona euro al disminuir la dependencia de sistemas de pago extranjeros, como Visa o PayPal.
  1. Adaptación a la digitalización: Responde a la creciente tendencia de los pagos electrónicos, alineándose con las necesidades de una economía moderna.

Riesgos

  1. Privacidad: Un sistema centralizado podría permitir la vigilancia de las transacciones, reduciendo el anonimato que ofrece el efectivo y las criptomonedas descentralizadas.
  1. Desintermediación bancaria: Si los usuarios trasladan sus depósitos de los bancos al euro digital, podría limitarse la capacidad de los bancos para otorgar préstamos, afectando la economía.
  1. Ciberseguridad: La infraestructura centralizada podría ser vulnerable a ataques digitales, comprometiendo la estabilidad del sistema.
  2. Control centralizado: La dependencia del BCE podría reducir la autonomía financiera de los usuarios, en contraste con alternativas más descentralizadas como Bitcoin. En este sentido, el banco central tendrá la discrecionalidad para censurar transacciones a voluntad e, incluso, podría llegar a confiscar dinero en casos extremos. Esto es riesgoso, especialmente, en escenarios de deriva gubernamental hacia totalitarismo y dictaduras.