Ahora, en 2025, la situación se siente inquietantemente similar a 2020, señala Bendiksen, recordando que hay un panorama macroeconómico bastante incierto, tal como era cinco años atrás.

Las tasas de interés han crecido mucho más que entonces, a niveles no vistos en décadas; la inflación también ha devastado economías en todo el mundo, y Alemania ya lleva años en recesión. Además, hay una guerra a gran escala en Europa del Este, costando cientos de miles de millones de dólares. A pesar de todo esto, las acciones en las bolsas de valores han estado en máximos históricos, “sacudiéndose los berrinches ocasionales”, sugiere el investigador.

Para él, esto significaría una “demanda colosal de los bolsillos más profundos del mundo”, es decir, los Estados-nación. “Si la teoría de juegos sobre la escasez absoluta se desarrolla, podría desencadenar una carrera para acumular monedas entre países soberanos”, indicó.

Aunque se trata de una visión con la que disiente Michael Saylor, bitcoiner y CEO de Strategy, la empresa que cotiza en bolsa con más cantidad de BTC acumulado. Según este empresario, solo hay espacio para que un Estado-nación compre bitcoin y ese es Estados Unidos.

De cualquier modo, Bendiksen sostiene que los Estado-nación inyectarían los tipos de flujos que posiblemente podrían elevar a BTC hasta desafiar al oro como el mayor almacén de valor global independiente.

Hasta ahora, 527.764 bitcoin, equivalente al 2,51% del suministro total de BTC, está en manos de distintos gobiernos del mundo. Entre esos destacan el de EE. UU., China, Reino Unido, Ucrania, Corea del Norte, El Salvador, Bután, Venezuela y Finlandia.

Para varios de estos países, BTC es un activo de reserva. Y en general, se trata de una narrativa que ha ganado notable popularidad en las últimas semanas. De hecho, hay analistas sugiriendo que el mercado está en una fase donde los activos duros, como el oro y BTC, tomarán todo el protagonismo, con la moneda digital llegando potencialmente a los USD 150.000.